Dado que la tecnología avanza a un ritmo tan vertiginoso, lo que forzará a la gente a reinventar sus carreras constantemente, no sabemos cómo será el mercado laboral dentro de 20 o 30 años. Entonces, ¿cómo sabrá el sistema educativo qué enseñarles a los niños hoy que siga siendo relevante en el futuro?
Harari predice la aparición de una “clase inútil”: personas sin ningún valor económico o político. Suena duro, pero significa que los trabajadores pasarán de luchar contra la explotación (hacer trabajos no cualificados y repetitivos a cambio de ingresos mínimos) a luchar contra la irrelevancia. Si los humanos ya no son necesarios para producir bienes y servicios, ¿cómo sobrevivirán, tanto física como psicológicamente?
Una cosa queda clara: Los humanos siguen necesitando a los humanos. Si tu abuelo está enfermo, no querrá estar solo con un robot todo el día. ¿Y si el gobierno valorara a sus ciudadanos compensándolos, mediante exenciones a cuidadores, para que cuiden de sus hijos pequeños o sus padres ancianos?
En un mundo donde los expertos en algoritmos ganan cientos de dólares por hora, ¿por qué no pueden los gobiernos elevar el salario mínimo, para que algunos de esos beneficios económicos se extiendan a la gente afectada por dicha tecnología?
¿No podría encauzarse parte del dinero del UBS en el sistema educativo para atraer el talento de los educadores, conservarlo y realmente reconocer su valor? Ese talento podría ser utilizado para proporcionar formación y actualización a los trabajadores para los empleos del futuro, dando así lugar a una población activa más adaptable y resiliente.
Por supuesto, el UBS tendría que ser financiado de alguna forma. Una fuente que vale la pena explorar es el IVA estructurado versus el regresivo, que grava a los consumidores más acaudalados de productos no esenciales. Pero ya se financie a través del IVA u otra fuente, el dinero del UBS tendría que administrarse bien. Una opción podría ser un fondo soberano de riqueza (SWF según sus siglas en inglés) no administrado por el Congreso. Los sectores público y privado podrían, por ejemplo, aprender un par de cosas de Noruega, que tiene el SWF más alto del mundo.
Pero esa es una discusión más larga. Es innegable que se trata de un problema complejo, particularmente en lo que toca al desarrollo de programas de transición adecuados para apoyar a la población en las décadas venideras. Quiero además dejar claro que no tengo todas las respuestas: solo opiniones y el deseo de aportar mis esfuerzos y los de Autodesk para ayudar.
La cuestión fundamental, no solo para los Estados Unidos sino para el mundo entero, es que este es el momento de elaborar mejores políticas y programas, y una red de seguridad social más sólida para quienes más lo necesitan. De otra forma, ¿cómo sobrevivirá la humanidad al crecimiento exponencial de la automatización, y a la posibilidad de la irrelevancia económica?