El innovador Museo del Futuro abre sus puertas en Dubái
- El Museo del Futuro de Dubái ya ha abierto sus puertas.
- Las revolucionarias formas del museo reflejan su objetivo de impulsar la innovación y el emprendimiento.
- Gracias al modelado BIM en 3D, los arquitectos e ingenieros pudieron colaborar y eludir todas las dificultades durante el proceso de diseño.
- Las exposiciones harán viajar en el tiempo a los visitantes hasta el 2071, y las actividades inmersivas animarán a los más jóvenes a convertirse en los creadores de nuevos futuros.
Dubái es conocida, y con razón, por sus modernos rascacielos de vidrio y acero, como el incomparable Burj Khalifa. Pero, por muy pulcro y alto que sea, un rascacielos sigue respondiendo a una idea de edificio bastante tradicional, basada en la repetición y la verticalidad. Por eso el planteamiento arquitectónico del nuevo Museo del Futuro de Dubái es totalmente revolucionario, porque transforma por completo el concepto mismo de museo.
Evidentemente, existen edificios más altos y de mayor superficie, pero este hito del diseño, la ingeniería y la construcción está llamado a ser uno de los proyectos más complejos jamás construidos, como afirma Derek Bourke, director de BIM en la empresa constructora WME: “Nunca antes se había hecho un edificio con una forma exterior y una estructura sobre rasante tan poco convencionales”.
Proyectado por Killa Design y abierto al público el 22 de febrero de 2022, el Museo del Futuro de Dubái tiene forma tórica, a modo de resplandeciente anillo plateado puesto en pie. La silueta ovalada del edificio recuerda a un gran ojo que vigila una ciudad en continuo crecimiento, la más extensa de Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El diseño paramétrico refleja los objetivos del museo
El arte y la metáfora fueron los conceptos vertebradores del proyecto. La idea de hacer un museo surgió de su alteza el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum, vicepresidente y primer ministro de EAU y mandatario de Dubái, con la intención de impulsar la innovación y el emprendimiento. Su lema, de hecho, es “Mira el futuro, crea el futuro”. Anunciado en 2015, no tiene nada que ver con los museos típicos (meros repositorios de objetos), sino que se trata un lugar activo que acogerá empresas innovadoras y equipos de diseño, una verdadera incubadora de las ideas del mañana. También era importante que el diseño fuera representativo de los objetivos de la Dubai Future Foundation, una fructífera combinación de arte, ingeniería y construcción.
El director de la empresa encargada de concebir esta revolucionaria forma es Shaun Killa: “Desde el principio teníamos claro que la silueta del edificio tenía que mirar al futuro; por otra parte, descubrimos que al cliente le gustaba la idea del feng shui”. En el feng shui, la forma redonda representa tanto la fertilidad de la tierra como la infinitud de la bóveda celeste y, por tanto, simboliza también el pasado, el presente y el futuro. Mientras que el edificio seguirá evolucionando con las exposiciones sobre el futuro de la educación, el cuidado de la salud, las ciudades inteligentes, el transporte, los servicios gubernamentales y otras muchas cosas durante los próximos cinco o quizá diez años, el vacío en el centro del edificio representa lo desconocido, como explica Killa: “Aquellas personas que se interrogan sobre lo que aún no conocemos son los inventores y creadores del futuro”.
El arte y la poesía saltan a la vista en el diseño del Museo del Futuro de Dubái, por cuyo exterior se extiende la caligrafía árabe, que reproduce frases del primer ministro sobre el futuro. Pero estas “inscripciones” son, además, unas ventanas muy sofisticadas, una interesante combinación de arte y funcionalidad.
Los visitantes del museo se verán transportados a un lejano futuro en el año 2071 mediante exposiciones inmersivas, gracias a las cuales se adentrarán en un horizonte imaginario de colonización lunar y explorarán las consecuencias del cambio climático en la Tierra. Otras exposiciones se centrarán en cómo cambiarán en el futuro los espacios dedicados a la salud y el bienestar. Una planta dedicada por completo a los niños animará mediante el juego a los más pequeños a convertirse en los pensadores del futuro.
Usar BIM para visualizar el futuro
Pero solo hasta ahí llegan las metáforas de diseño. Para garantizar que el edificio pueda construirse y conseguir el sello LEED Platino, Killa contó con los servicios de ingeniería de Buro Happold y los de construcción de BAM International. Precisamente, se generó todo el proceso constructivo en secuencia 4D con BIM (modelado para información de la construcción) y también se utilizó captura de la realidad.
“A partir de los modelos de diseño de Buro Happold pudimos verificar las cargas y las limitaciones, y utilizamos esos modelos para extraer datos y generar una secuencia 4D, que formaba parte de nuestra oferta, para comprobar la viabilidad de la propuesta ―recuerda Bourke sobre este programa de 28 meses de duración―. Continuamos con ello durante la construcción, recurriendo a los modelos, actualizándolos diariamente y completándolos con datos para entregarlos al terminar como un modelo de final de obra”.
Cuando el equipo se puso a trabajar con el diseño, todo el proceso (no solo el proyecto de ejecución, sino también tareas posteriores), se elaboró y documentó en Autodesk Revit. Con estos modelos 3D, el equipo pudo eludir muchos conflictos entre la estructura, la fachada y las instalaciones mecánicas, eléctricas y de fontanería.
“Decidimos que utilizaríamos únicamente Revit a lo largo de todo el proceso ―nos cuenta Killa―. Los planos en 2D no tenían cabida en nuestro sistema de trabajo. El modelo empezó a adquirir un tamaño descomunal, así que acabamos juntando a todo el equipo en nuestras oficinas para agilizar la comunicación. Cuando diseñas un edificio que es tridimensional en todos y cada uno de sus puntos y donde prácticamente lo único horizontal son los forjados, hay que tomar tantísimas decisiones que necesitas que todo el mundo esté lo más cerca posible”.
Hace solo unos años, un proyecto tan rompedor como este habría recibido el rechazo unánime de ingenieros y contratistas. Pero el equipo recurrió a la informática para crear visualizaciones inmersivas, lo que permitió a los colaboradores “pasearse” por el museo y comprobar todos sus elementos. Pudieron así identificarse los encuentros problemáticos de una fachada tan compleja, donde las ventanas insertas en la caligrafía en 3D debían ajustarse correctamente a las inusuales formas del edificio, ya que superponer una escritura en 2D a una superficie tridimensional podía producir efectos indeseados en las grafías.
La complejidad del diseño constructivo lleva a arquitectos e ingenieros a nuevas cotas de exigencia
“En cualquier edificio técnicamente complejo, arquitectos e ingenieros deben ir de la mano ―dice Killa―. Es la única manera de sacar adelante algo así”. Gracias a este proceso colaborativo, el equipo pudo, además, conseguir el sello LEED Platino, que tiene en cuenta más de 50 decisiones en materia de sostenibilidad, entre las que se encuentra el uso de elementos producidos mediante materiales reciclados, así como sistemas fotovoltaicos de producción eléctrica o de ventilación con recuperadores de la temperatura interna.
La llamativa fachada del edificio es perfectamente tersa. De hecho, carece de juntas, ya que sus 1240 paneles distintos de acero inoxidable y fibra de vidrio están soldados. Para su fabricación se emplearon técnicas propias del sector de la aviación. Y no es solo una cara bonita; cumple con todas las funciones exigibles a una envolvente edificatoria, como explica Killa: “Lo normal en edificios con fachadas tan espectaculares es que tengan al interior un paramento que proporcione la estanqueidad al agua, y que la parte visible de la fachada, que puede ser todo lo compleja que quieras, sea solo una doble piel. Eso simplifica las cosas, porque da mucha flexibilidad a la hora de diseñar formas tridimensionales. En este edificio, sin embargo, la envolvente que se ve es la que da estanqueidad al agua y al aire. Además, es la hoja portante y a la que se confía la iluminación”.
El interior del museo planteó sus propios retos. En particular, una escalera exenta en forma de doble hélice que requirió bastantes ajustes en Revit para llegar a un modelo válido, según comenta Killa. La idea de esta escalera surgió del ADN.
Tommaso Calistri, arquitecto de Killa Design, añade que la doble hélice también tiene una función práctica. Dado que los rellanos de la escalera enlazan con zonas distintas, su configuración permite diferenciar entre aquellas personas que han pagado la entrada y las que solo quieren echar un vistazo a la arquitectura: “Desde luego, es un edificio que conecta con tu parte emocional; al recorrerlo tienes una experiencia muy intensa. Es imposible pasar a su lado y no mirarlo. Eso es lo que para mí debe hacer la arquitectura: atrapar tu atención”.
Como afirma Killa, a pesar de su estética futurista el Museo del Futuro se enmarca en una larga tradición de arquitectos que se esforzaron por llevar más allá los límites de la ingeniería. Aun así, las técnicas y los materiales modernos están abriendo las puertas a un nuevo enfoque en el diseño de espacios habitables: “Tenemos la capacidad de materializar formas extremadamente complejas que hasta hace unos 20 o 30 años no podíamos ni siquiera imaginar ―concluye Killa―. Gracias a BIM y a otros programas actuales, podemos sentar unas nuevas bases para la arquitectura”.
Este artículo ha sido actualizado. Se publicó por primera vez en febrero de 2018.