La IA llega a la gran pantalla, pero ¿de qué va la película?
- La inteligencia artificial (IA) está lista para cambiar la industria del cine, pues es capaz de elaborar nuevo metraje y de versionar o remezclar el existente.
- Entre sus posibles aplicaciones destacan la restauración y el coloreado de películas, así como la elaboración de metraje completamente nuevo desde diferentes encuadres.
- Para seguir avanzando en estas aplicaciones de la IA, el sector deberá afrontar cuestiones sobre equidad e integridad artística, además de reflexionar sobre si en su conjunto las consecuencias son positivas o negativas para creadores y público.
Podría parecer que reutilizar una película de hace 16 años con discretos resultados de taquilla no es la mejor opción para un nuevo proyecto cinematográfico, pero Baz Luhrmann reconvirtió el material de Australia (2008), un romance épico ambientado en la Segunda Guerra Mundial, en una serie de seis entregas titulada Faraway Downs y que produjo Hulu el año pasado. Lo consideró una oportunidad para profundizar en temas como el racismo institucional hacia los pueblos aborígenes aprovechando material previamente descartado y la mayor duración que permite la entrega por capítulos.
En cuanto herramienta cinematográfica, la IA ya es capaz de adaptar el metraje existente con relativa facilidad y obtener resultados asombrosos, tal como demostraron Luhrmann y Hulu. De hecho, la tecnología puede crear metraje totalmente nuevo desde cero, sin necesidad de que los pesos pesados de la actuación tengan que acudir de nuevo al set de rodaje.
Pero el sector de los medios y el entretenimiento se ha visto inundado por ciertos temores sobre la IA. En 2023 este fue uno de los temas clave del cese total de actividades que emprendieron dos de los sindicatos más importantes del sector. Tanto los actores y escritores reclamantes como los estudios tienen claro que la IA ha llegado para quedarse. La pregunta es: ¿en qué medida va a influir en el sector de los medios y el entretenimiento?
IA: la trama
Greig Fraser es el director de fotografía ganador de un Óscar detrás de Dune: parte uno, Dune: parte dos, The Batman y Rogue One: Una historia de Star Wars. Según él, hay dos maneras de plantear el tema: “Si nos remontamos a los primeros días del automóvil, seguro que algunos constructores de carruajes dirían: ‘¡Eh, que nosotros nos ganamos la vida haciendo carruajes! ¿Qué vamos a hacer?’. Pero también los hubo que dijeron: ‘¡Eh, que nosotros nos ganamos la vida haciendo carruajes! Pero, mira, podemos ponerles un motor’. Y así, de repente, surgieron los fabricantes de coches”.
Fraser señala que ya existe un mercado para la readaptación de películas antiguas, aunque todavía no recurre a la IA. El director Peter Jackson utilizó tecnología puntera de producción de imagen y sonido para la docuserie The Beatles: Get Back (2021) y su documental Ellos no envejecerán (2018). En ambos proyectos, el metraje dañado por el paso del tiempo fue restaurado digitalmente para adecuarlo a los estándares actuales. En este último proyecto, hubo que variar la velocidad del metraje para suavizar los característicos movimientos entrecortados y a cámara rápida de las películas grabadas a manivela de principios del siglo XX. Con el fin de adecuarse a esta nueva velocidad, todo el sonido se grabó de nuevo en alta definición, para lo cual contaron con expertos en leer los labios.
¿No podría la IA hacer todo esto? Y, lo que es más importante, ¿los estudios no estarían encantados de pagarlo, de ser así?
Dos aportaciones del ámbito académico muestran cómo las herramientas de IA podrían ayudar a elaborar, versionar o remezclar películas. RE:Color es una de las últimas innovaciones de la TU Graz (Austria), con la que se puede colorear metraje monocromo (en blanco y negro). El coloreado automático de imágenes no es nuevo, pero hasta ahora era un proceso muy laborioso, con resultados demasiado brillantes y no muy naturales.
El segundo gran avance es fruto de la colaboración entre la universidad de Cornell Tech y Google Research. Bajo el nombre de DynIBaR, esta herramienta aprovecha una grabación existente y crea una toma desde un nuevo encuadre, lo que añade otro punto de vista de la misma escena. Hasta ahora, DynIBaR se está utilizando principalmente para estabilizar la imagen, pero no parece descabellado imaginar un algoritmo un poco más desarrollado que pueda reelaborar una película desde otro lugar diferente del mismo escenario, quizá para dar más importancia a la perspectiva de un personaje secundario que nos cuente una historia completamente nueva.
En la vida real, herramientas como estas ya están incidiendo en el sector de los medios y el entretenimiento. En noviembre de 2023, el Warner Music Group anunció que estaba produciendo un biopic animado de la cantante francesa Edith Piaf, con imágenes de la difunta artista creadas mediante IA a partir de grabaciones audiovisuales.
IA: la escena final
Partiendo de la IA disponible en la actualidad, las posibilidades de adaptar contenido existente son prácticamente ilimitadas.
Vlad Susanu, fundador de Game Clubz, advierte un paralelismo en cómo los videojuegos obtienen ingresos continuados: “Todas estas herramientas son una gran ayuda para que los estudios sigan estrujando económicamente sus archivos. Algo parecido sucede con el contenido descargable y las extensiones de los juegos, que alargan y alargan su tiempo de rentabilidad. Colorear y remezclar películas atemporales podría atraer tanto nuevas suscripciones de streaming como pagos por visión, sobre todo entre un numeroso público joven que quizá no se sienta seducido por las antiguas versiones en blanco y negro”.
Cabría pensar en un festival de cine o un servicio de streaming que muestre la filmografía completa de los hermanos Marx a todo color, o las sagas más populares desde la perspectiva de un personaje secundario, como Hagrid en las películas de Harry Potter o C-3PO en el universo de La guerra de las galaxias.
Pero, incluso si todo esto es factible técnicamente, ¿debería hacerse? Una de las principales preocupaciones es la integridad artística. Durante milenios, el arte ha sido algo exclusivo de los humanos, de modo que ¿sigue siendo arte si lo crea un ordenador? Por otra parte, ¿permitir que una IA rehaga una obra de arte humana podría afectar negativamente al artista y a su creación original?
Con unos servicios de streaming aún relativamente nuevos y un más que notorio agujero en el calendario de estrenos de 2024 como consecuencia de los seis meses de huelga de 2023, la integridad artística parece importar más bien poco a los estudios en este momento, y lo más probable es que no renunciarán a todos esos nuevos mercados prometidos por la IA sin plantar cara.
“Por supuesto que hay un mercado muy suculento ―afirma Fraser―. Podrían recuperarse antiguos clásicos del cine que quizá no se hayan podido adaptar al formato IMAX o a las grandes pantallas por encontrarse sus negativos muy degradados. Por desgracia, lo que mueve todo es el dinero de las grandes empresas y, a pesar de que me parece muy difícil que una película de los hermanos Marx haga mil millones de dólares de caja o que otra de Elvis se mantenga semanas en la cartelera, todavía se puede rascar dinero”.
Como añade Jeremy Toeman, director ejecutivo de la start-up de IA Aug X Labs y antiguo vicepresidente de producto de WarnerMedia/Sling/CBS Interactive, quienes tienen la sartén por el mango son ciertas empresas que acumulan ingentes cantidades de activos (todo un siglo, para ser exactos): “Si algo aprendí en WarnerMedia es que las empresas con contenido audiovisual antiguo disponen de inmensas bibliotecas de archivos. La mayor parte ni se utiliza ni se explota económicamente. La IA dará alas a los propietarios de esos derechos para bajar esos activos del desván y sacarlos nuevamente a la luz. Ya sea para entrenar nuevos modelos o para reutilizarlos en un mundo generativo, es la gallina de los huevos de oro para cualquiera que tenga un catálogo de bienes con propiedad intelectual. Las empresas audiovisuales deberían verlo como una gran oportunidad para expandirse”.
Análisis riesgo-beneficio
Más allá del tremendo impacto de la IA en las noticias y en todo el sector de medios y entretenimiento, hay que insistir en que la cuestión no se limita a cargar el archivo de una película y hacer clic en “colorear”. La capacidad informática que hace posible estos cambios y adaptaciones tiene un precio, y así lo estima Toeman: “Entrenar nuevos modelos lingüísticos con el gran volumen necesario de archivos de contenido es carísimo”.
Dicho esto, Hollywood tiene dinero a espuertas, especialmente si tenemos en cuenta los millones de dólares de ingresos por taquilla o la promesa de un desorbitado aumento de suscriptores en plataformas. Toeman añade que la mayoría de los estudios y de los propietarios de los derechos deberían poder monetizar su contenido sin incurrir en costes elevados.
Quizá el mayor riesgo podría ser reputacional y cultural. El último gran intento por colorear películas en blanco y negro vino de la mano del magnate audiovisual Ted Turner a finales de los ochenta, y la oposición de los críticos y directores más prominentes no se hizo esperar. Aunque en un principio fueron rentables, la cuota de pantalla de las películas coloreadas fue descendiendo y, cuando Turner lanzó la plataforma de cine clásico TCM en 1994, las películas en blanco y negro se mostraban en su estado original.
En cierto sentido, adaptar antiguas películas a nuevas formas de contenido no parece tener mucho misterio. La revolución del streaming ha generado en el sector una sed insaciable de nuevo contenido y usar la IA para remezclar filmes y programas existentes podría ser la respuesta a un muy ansiado crecimiento de beneficios.
Kelly Indah es una programadora y analista de seguridad que ha escrito sobre IA en Increditools, un periódico online sobre el sector tecnológico. Aunque se muestra conforme, lanza una advertencia: “[La demanda de contenido] se ha incrementado a una velocidad de vértigo, y eso es preocupante porque la audiencia nunca parece tener bastante, por lo que la calidad y la originalidad de las propuestas son cada vez menos atractivas para el público”.
El director ejecutivo de The Walt Disney Company, Bob Iger, coincide con Indah en que la calidad debería primar sobre la cantidad. A finales del año pasado, explicó en una conferencia de resultados con inversores que la compañía había perdido “algo de concentración”. Según Iger, para que la empresa avance hacia “la excelencia creativa como nuestra única prioridad motivacional en la creación de contenido” debería apostar por proyectos de buena calidad en lugar de fijarse únicamente en el volumen.
Ante la pregunta de si utilizar IA para hacer “nuevo” contenido a partir del existente, la respuesta podría ser la misma a la de hacer cualquier tipo de arte: sí, siempre que tenga calidad. Si el contenido es bueno, irá más allá de simplemente vender una película o un espectáculo, venderá una experiencia, y encontrará un público deseoso por comprar.