Si bien en 1975 se completaron algunos trabajos de restauración en la Torre Dom, es evidente el efecto de los muchos siglos de exposición al viento, lluvia, nieve y sol en el exterior de este monumento histórico. A pesar del mantenimiento regular y minucioso, las inclemencias atmosféricas han erosionado la piedra natural, desintegrando paulatinamente la lechada entre los distintos bloques. El desgaste es considerable y ahora representa un riesgo de seguridad.
El enfoque principal está en los defectos en las piedras y los ladrillos, y también en los anclajes oxidados de la linterna octogonal de la torre, que todavía conserva mucho del material de construcción de la estructura original del siglo XIV. También necesitan atención muchísimos elementos de madera tallada, los paneles de los vitrales, el reloj principal de la torre y las piezas de plomo y pizarra que conforman la torre. Según las expectativas, la restauración se completará en 2024 y, para ese entonces, se habrán reemplazado unos 600 metros cúbicos de piedra.
Afortunadamente, esta obra monumental está liderada por la firma especializada en restauración Nico de Bont, contratista independiente y parte de TBI. Nico de Bont es una empresa muy conocida en los Países Bajos, ya que ha tenido a su cargo la restauración de grandes obras con piedra natural, como la Catedral de San Juan de Bolduque y la Iglesia de San Eusebio de Arnhem.
Día tras día, la firma hace que un grupo de artesanos especializados trepen los casi 100 metros de andamiaje que ahora envuelven la torre. Este exoesqueleto de 39 niveles es una estructura imponente de por sí. Construido por ROJO Steigerbouw, tardó seis meses en completarse y necesitó más de 50 kilómetros de perfiles tubulares, 40 kilómetros de tablones de madera y 400 toneladas de materiales. Ahora aporta a los arquitectos y artesanos del proyecto una estructura firme desde la cual dedicarse a la meticulosa y detallada restauración de cada pieza de la Torre Dom.