El informe del AIA report reconoce que las instalaciones de educación primara y secundaria hacen mucho más que ofrecer un espacio para el aprendizaje. También son lugares cruciales para la atención sanitaria física y mental, servicios de alimentación y más, especialmente en los barrios más abandonados por el gobierno de Estados Unidos. Así pues, asegurar un funcionamiento seguro de las escuelas tiene consecuencias sanitarias que van mucho más allá del COVID-19. “Tenemos que pensar en todo cuando hablamos de fomentar la salud infantil”, afirma Erika Eitland, analista de investigación de Perkins & Will, un estudio de arquitectura puntero en el ámbito educativo.
Eitland, doctora en salud pública por la universidad de Harvard, indica que el COVID-19 está obligando a hacer frente a la crisis de equidad por la que se define la educación en Estados Unidos. El informe recomienda estrategias de distanciamiento interpersonal entre estudiantes, pero no será nada fácil ponerlas en marcha en centros cuyos distritos sufran de superpoblación. Una de las prioridades es mantener una calidad saludable del aire en los edificios, pero el 40 % (PDF, pág. 8) de los distritos escolares tendrían que actualizar o reemplazar los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado de al menos la mitad de sus centros. El informe también recomienda crear zonas de aislamiento para las enfermerías, pero ya en 2018 solo el 40 % de los centros contaban con una enfermera, ya fuera a tiempo completo o parcial. El COVID-19 ha hecho patente que muchas escuelas ya sufrían “una crisis preexistente de salud pública”, en palabras de Eitland.
Podríamos estar ante un momento de profundos cambios. Michelle Amt, de VMDO Architects, un estudio de Charlottesville (Virginia) que asistió en la creación del informe sobre centros educativos, lo admite: “Tenemos la posibilidad de repensar algo que haga frente a toda la desigualdad que sabemos que existe. Y tenemos la capacidad de transformar y revolucionar nuestros entornos de formación siguiendo caminos muy diferentes a los que hemos seguido demasiado tiempo”.
Gran parte de las recomendaciones para centros escolares varía por rango de edad. Para edades más tempranas, cuando se desarrollan habilidades lingüísticas o en casos de discapacidad auditiva, Eitland recomienda ayudas a la audición (como micrófonos para docentes) si hay una mascarilla que amortigüe la voz. Los comedores son espacios peligrosos debido a las aglomeraciones y los contactos frecuentes. La guía recomienda reconvertirlos en aulas o zonas de reparto de comida para estudiantes por fases.
Para reforzar la integridad de las “burbujas” (grupos de estudiantes divididos por aula, independientes y aislados de otros estudiantes), Eitland también propone sistemas de aulas modulares separadas del edificio principal. Un ejemplo es el Sprout Space de Perkins & Will. Eitland, autora principal del informe Schools for Health de la universidad de Harvard (que cuenta con una versión en castellano), también colaboró en gran medida al documento COVID-19 resource, ideado por Perkins & Will para guiar en el regreso a las aulas a la dirección de centros de educación primaria y secundaria.
Todas las anteriores son medidas mayoritariamente defensivas para reducir riesgos, pero también existen formas de ser más proactivos. Amt es clara: “Estamos estudiando cómo mejorar la salud de los usuarios y fomentar su capacidad de adaptación. Y sabemos que las estrategias biofílicas lo consiguen. Está ampliamente demostrado que el diseño biofílico —un diseño que da prioridad al contacto con la naturaleza— reduce el estrés, fortalece el sistema inmunitario y mejora la salud física y mental. Todos son factores cruciales para determinar cómo nuestro cuerpo hace frente al COVID-19, que además se propaga menos al aire libre”.
Las guías de la AIA promueven programas y espacios educativos al aire libre, una táctica que hace mucho tiempo que indicaba la intuición. Eitland pone como ejemplo la Crow Island School de Winnetka, en el estado de Illinois, conocida como la primera escuela primaria moderna. Concluida en 1940 y diseñada por el fundador de Perkins & Will, Lawrence Perkins, junto a Eliel y Eero Saarinen, cuenta con aulas en las que se integran patios ajardinados. “Hace ochenta años construimos ese espacio; ahora, en medio de una pandemia, podemos disfrutar de aquellas ideas tan adelantadas a su tiempo”, concluye Eitland.