La renovación ecológica de una monstruosidad de mediados del siglo XX en Champaña, Francia
Renombrada por el vino espumoso que lleva su nombre, Champaña es una de las grandes provincias históricas de Francia. Aunque la producción de champaña es una actividad antigua que se remonta a finales del siglo XVII, en 2001 los viticultores de la región se comprometieron a adoptar prácticas modernas de sostenibilidad, con resultados inspiradores.
En la actualidad, estas bodegas tratan 100 % de sus aguas residuales y recuperan o reutilizan 90 % de los subproductos y 100 % de los residuos. Las bodegas vinícolas también han reducido los productos de protección de viñas que utilizan en un 50 % y su huella de carbono por botella en un 15 %.
Cuando la asociación de gestión y contabilidad CDER quiso ampliar sus oficinas en Épernay, también conocida como la “capital del champaña”, fue importante para la empresa alinearse con los valores de la región. Inicialmente, CDER planeaba derribar un edificio adjunto a sus oficinas, una construcción enorme de los años 60 de muy mala reputación en la zona. “Todos conocen el edificio, todos lo odian”, explica Aurélien Leriche, arquitecto director de la empresa OuyOut con sede en París. Sin embargo, los arquitectos encargados del proyecto vieron el viejo edificio desde otra perspectiva y se dieron cuenta del uso eficiente del espacio que existía en él. Por lo tanto, optaron por una renovación ecológica, una alternativa menos costosa para armonizar al feo del pueblo con sus alrededores.
Según un informe del Instituto Europeo del Rendimiento de los Edificios (p. 31), en Francia, los edificios son responsables de 43 % del consumo de energía y de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las operaciones más eficientes tienen un gran impacto en el sector de los edificios comerciales, en el que los edificios se diseñan para perdurar décadas. “El objetivo es conseguir un edificio que dure 40, 60… e incluso hasta más de 60 años”, señala Leriche. La renovación apenas genera residuos porque no demuele ni retira materiales usados y, por otra parte, logra “evitar el carbono”, ya que elude la emisión de este gas durante la nueva construcción.
“Al hablar de consumo de energía y eficiencia energética, CDER se dio cuenta de que su ciudad se encontraba en una región que estaba pasando por una transición ecológica”, explica Leriche. “Conseguir que el edificio fuera más eficiente se convirtió en el principal objetivo”.
Verde por dentro y por fuera
La reconstrucción del edificio empezará a principios de 2020 y se estima que concluirá a mediados de 2021. Para maximizar la sostenibilidad, los arquitectos necesitan restaurar y mantener tantos elementos de la construcción existente como sea posible, limitando el uso de materiales nuevos, respetando al mismo tiempo las normativas térmicas modernas y los requisitos medioambientales. “La idea detrás de los edificios eficientes es no tener que gastar energía, lo que hay que hacer es ahorrar energía”, explica Leriche. “Es de sentido común”.
La prioridad principal fue reducir el consumo de energía. Dado que el combustible para la calefacción no era caro en 1963, cuando se construyó el edificio no contaba con ningún tipo de aislante. Los arquitectos sugirieron una fachada de dos pieles que recuerda las pérgolas cubiertas de vid de Grecia o Italia. La vegetación crecería en la nueva capa exterior, creando un edificio vivo que brindaría tanto aislamiento como protección contra el sol.
“El aislamiento principal se sitúa sobre la propia fachada”, dice Leriche. “Es un aislante externo, en las seis caras del edificio, sin puentes térmicos ni discontinuidades en el aislamiento”. La doble fachada consiste en una fina estructura de metal compuesta por unas montantes trianguladas de 80 centímetros de ancho que sostendrán la vid. Esta estructura está instalada a un metro de la fachada y se caracteriza por unos grandes floreros que permitirán que crezca la vid en todos los niveles del edificio.
OuyOut evaluó la eficiencia energética de la fachada utilizando Insight , de Autodesk, para determinar el efecto de la protección solar. El diseño final no solo protege el edificio del sol, aislándolo del exterior, sino que también almacena la inercia térmica de la estructura de concreto al interior.
“No tratamos de reinventar la pólvora”, nos cuenta Leriche. “Sin embargo, la doble fachada es una estrategia. Tal vez existían otras soluciones para el edificio, pero elegimos esta propuesta porque lo vinculaba con las tradiciones de esta región”. Como parte de la estrategia, la cubierta verde del edificio se conecta con un parque urbano situado en la colina, detrás del edificio.
El edificio original contaba hasta cierto punto con eficiencia, o ahorro, sin prestarle atención al contexto o a la estética de la tradición vinícola. El edificio renovado busca una mayor eficiencia rindiendo homenaje a su entorno.
“La ciudad está rodeada de ríos y colinas cubiertas de viñedos”, cuenta Leriche. “El edificio hará de puente visual entre lo construido y la naturaleza. A la vez, muchos clientes de CDER se dedican a la elaboración de vino. Cuando vengan a visitar el edificio, podrán sentirse en casa. Este diseño les brinda algo familiar pero moderno a la vez y muestra a los empleados que su lugar de trabajo diario simboliza su región”.
Entender lo fundamental
Restaurar es más complejo que construir desde cero. Las edificaciones existentes son como son, por lo cual los arquitectos deben recopilar información precisa para entenderlas plenamente. La fachada parece muy sencilla, pero no lo es”, afirma Leriche. “Tiene columnas decorativas y elementos de escayola mezclados con la estructura, es difícil entender a simple vista qué forma parte del sistema portante y qué es accesorio”.
Aunque los planos originales del edificio, hechos a mano, estaban a disposición en archivos pdf, no eran suficientemente precisos para ser útiles. OuyOut inicialmente tomó las medidas del edificio utilizando un sistema de información geográfico (GIS), pero, explica Leriche: “Como GIS no puede medir cada milímetro de la fachada y es difícil llegar a cada rincón del edificio, uno acaba adivinando y eso lleva a errores y a tener que repetir el trabajo varias veces”.
OuyOut fue a Autodesk Services Marketplace para buscar y contratar ayuda experta con el fin de encontrar una mejor manera de trabajar. El proceso empezó con la captura de la realidad, llevando a cabo un escaneo láser 3D completo para registrar cada detalle del edificio tal y como era en realidad y utilizar un mapa de nube de puntos para medir millones de puntos de datos. El equipo después contrató a otra empresa de Autodesk Services Marketplace para aprender a utilizar ReCap y convertir datos en modelos 3D y dibujos 2D. El equipo utilizó Revit, también de Autodesk, para crear diseños del edificio basados en modelos tridimensionales.
“El escaneo nos llevó aproximadamente un día y fue muy fácil de ejecutar”, cuenta Leriche. “Nos dimos cuenta de que antes nos habíamos equivocado por completo. Ahora podemos trabajar con las dimensiones reales para tomar decisiones con más rapidez y comunicarnos mejor con todos nuestros socios”.
La modernidad se une a la historia
Utilizar una representación precisa del edificio existente ayuda a los diseñadores a evitar errores, y a la vez despierta soluciones más creativas para la renovación. “Es más emocionante porque da ideas en las que uno no había pensado anteriormente”, dice Leriche. “Cuando uno empieza desde cero tiene sus ideas, pero cuando trabajas con un edificio que ya existe es como una conversación en la que el arquitecto quiere decir algo mientras que el edificio dice algo distinto”.
“El resultado es un diálogo entre la modernidad y la historia”, continúa. “Se combinan distintos estratos de tiempo. Por ejemplo, renovaremos las oficinas, pero mantendremos las escaleras para recordarle a la gente que este edificio era algo distinto en el pasado. Es enriquecedor y más interesante. Pertenece al pasado y al presente y al futuro de los empleados que trabajen en él”.